En el siglo XV, las influencias culturales mutuas entre el eje Valencia-Nápoles-Florencia, en la época de Alfonso el Magnánimo y los Medici, dieron lugar a una sensibilidad en materia de jardines -en Italia se llamó la arquitectura del verde- que tendría su origen en el arte topiario de la antiguedad, y siglos más tarde en la corriente que llegó a Italia desde Valencia con la topiaria de los cítricos, una aportación tan importante como desconocida, al jardín renacentista italiano. Si estas afirmaciones suenan audaces es porque la confirmación de esta teoría elevaría a la jardinería valenciana de mediados del siglo XV y a la técnica de sus jardineros, los lligadors d’horts, a uno de los papeles de obligada referencia en todo este proceso que, durante varios siglos marcaría el punto cumbre de la jardinería en el mundo occidental, con deslumbrantes jardines, colecciones de cítricos y orangeries en numerosos jardines europeos. ¿Podemos afirmar que esto fue así? Dejo la respuesta a criterio de cada lector, para que saque sus propias conclusiones y juzgue… El caso no está todavía cerrado.
La autora es paisajista y durante años ha ejercido docencia de Jardinería y Master de Paisajismo en la Universitat Politècnica de València. Su actividad investigadora sobre jardines históricos valencianos, ha dado lugar a la publicación de varios libros: La Glorieta y el Parterre (1985), El Jardín de Monforte (1993), El parque de Ribalta (1995), El Jardín Botánico de Valencia: Orígenes (2001), y Desde mi ventana (2014). Desarrolla su labor profesional como paisajista en el equipo VAM10 Arquitectura y Paisaje, del que forma parte. Ha intervenido en diversos jardines privados y públicos, como el Jardín de las Hespérídes en Valencia, premio de paisaje de la bienal del COACV 2000-2001; Parque de la Barbera en Villajoyosa; Restauración del Palmeral de Santa Pola; Bulevar Central de la Universidad Jaume I de Castellón; Jardín de la Alquería de Juliá (Casa de la Música, 2019) y últimamente el Jardí del Temps (2023) en la misma universidad.