Medio: Levante

Título original: El ‘Autorretrato’ de Todolí

Autora: Amparo Barbeta

Fecha: 26 de marzo 2025

Vicent Todolí, ex responsable artístico de exposiciones del IVAM, confiesa en Quisiera crear un jardín (y verlo crecer) que creó la Todolí Citrus Fundació para “detener un plan urbanístico”. Un huerto que, considera, “puede ser un ejemplo de cómo paliar el abandono de las tierras con variedades destinadas a mercados reducidos”. Ese pequeño espacio agrícola, o mejor llamarlo paraíso, está en Palmera, a unos cinco kilómetros de Gandía y a setenta de València. Un huerto de 45.000 metros en el que se organizan visitas guiadas para oler sus floraciones y probar sus frutas y cuya producción se vende a restaurantes cercanos y se destina también para preparar mermeladas y chocolates. “Es mi pasión”, se enorgullece el experto en arte. “Es un museo hecho para mi”, apunta rodeado de árboles. La Todolí, además, es un espacio que, además, alberga publicaciones, láminas, cartelería, grabados y otros materiales sobre la historia de la citricultura, donde se realizan lecturas poéticas, se exhiben películas al aire libre de creadores de vanguardia y celebran certámenes gastronómicos para que cocineros nóveles incorporen cítricos a sus recetas. Ese es el edén en el que Todolí se siente en la gloria y en el que ha creado el libro que hoy sale a la venta.

“El placer está -explica- en comprar una tierra abandonada para convertirla en tu propio jardín”. Tierras, en las que se enorgullece Todolí, todo es “biológico”. “No sabía nada de la historia y la tradición de la citricultura. Primero empecé a plantar y luego me puse a investigar. Al contrario de lo  que se debe hacer con una colección de arte”, explica el ahora director del programa artístico de la Pirelli HangarBicocca en Milán que, tras recorrer el mundo, se ha instalado de manera definitiva en el pueblo donde nació para, según explica en el prólogo del libro Juan Lagardera, “recuperar el paisaje de su infancia y primera juventud, y, al mismo tiempo, entender que su tierra fue históricamente el lugar desde el que se difundió la cultura citrícola a toda Europa”.

Me gusta definir este huerto como un museo, como un jardín museo donde concurren un recorrido y una experiencia multisensorial. Está pensado como una visita que llama a todos tus sentidos y te impone un ritmo. Es un museo vivo,en el que no hace falta renovar periódicamente la presentación de la colección porque esta cambia a cada momento. Y todo empezó con la compra de varios bancales para evitar una urbanización, explica Todolí (1958) que, en el libro, hace un recorrido vital en primera persona por toda su trayectoria personal y profesional y, entre otras muchas curiosidades, habla de su obsesión por la luz natural y en apagar luces, sus disgustos en la Tate Modern o cómo se incorporó al proyecto del IVAM en octubre del 85 (se inauguró en febrero del 89) y cómo asesoró a Jose Luis Soler para crear su colección de arte y exhibirla en la fábrica Bombas Gens.

Colección de cítricos

“El objetivo final de Todolí Citrus va mucho más allá de crear una colección de cítricos: se trata de defender el modelo de paisaje con un marco productivo que se mantiene intacto desde el siglo XIX y que tiene sus raíces en los siglos X y XI”, se enorgullece tras desvelar que en su paraíso se cultivan más de quinientas variedades de cítricos, una de las colecciones privadas de cítricos plantados en tierra más extensas del mundo. “Un museo al aire libre de árboles cuya colección permanente siempre está cambiando”, apunta. “Colecciono cítricos en lugar de obras de arte como corresponde a mi oficio principal. Pero no por afán de coleccionista, sino para conocer, por curiosidad individual; lo hago porque me interesa, porque no se había hecho antes y quiero saber más“, comparte tras confesar que, para él, cada árbol es “como un hijo” y cuidar del huerto es “un descanso activo” en el que solo está quieto “durante la siesta”.

El origen de los museos

“Vicent Todolí se siente parte de ese pasado que, con el estímulo de los Médici y de los humanistas neoplatónicos del Renacimiento, incorporó el valor del coleccionismo a la botánica. Arte y naturaleza convergen de nuevo y dan coherencia a la evolución de las relaciones modernas de la cultura con los objetos creados por el hombre o en los que este apenas ha intervenido. Se enlaza así la jardinería con los gabinetes de maravillas o curiosidades, en los que, a su vez, se halla el origen de los museos, a los que Vicente Todolí ha dedicado toda su vida profesional”, relata Lagardera en el preámbulo del libro.

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